Música para jabalíes.

Paisaje emoción

 

Hoy, mientras trabajaba sentado y frente al ordenador, escuchaba un programa de mi añorado “Placeres Mundanos”, al que vuelvo de vez en cuando para buscar inspiración y conocimiento.

Al final del programa, una hermosa entrevista a Ramón Parera del Celler Pardas, un tipo que sólo conozco por teléfono pero que transmite buenas cosas, sonaba un maravilloso tema de Charlie Haden, First Song (for Ruth), interpretado por Stan Getz y Kenny Barron, en un último concierto de Getz en el Café Montmartre de Copenhague, pocas semanas antes de su muerte.

Mientras arrancaba el tema he ido dejando lo que andaba haciendo, he notado como la piel se me erizaba, y ya ensimismado con la música, incluso con el viento que movía las hojas fuera en el jardín, me ha parecido notar, sorprendido, unas lagrimicas en los ojos (una cosita de ná, vamos).

Quiero dar las gracias a dos “amigos”, gente a la que tratas poco pero que te llega de manera intensa, por arrastrarme hasta ese momento emocionante: Orlando y Ramón.

No creo que tenga que explicar que esto, también, es culpa del vino. Y esta vez, ojo, sin probar ni gota.

Os pongo aquí el enlace a la entrevista, que merece ser escuchada de principio a fin: http://rtve.es/a/2915184

Hoy, quiero a (casi) todo el mundo.

Escenario para un picnic

Ayer volviendo de Sanlucar (trabajo, solo trabajo) me tuve que parar a mitad de camino para poder contemplar un cielo espectacular. No traté de tomar buenas fotos porque hubiera perdido el tiempo intentando reflejar algo inabarcable, pero os hacéis una idea. Me faltó descorchar la botella de manzanilla que llevaba en el coche, pero no fui capaz. Y mira que me estoy arrepintiendo…

Que ganas de un buen picnic, y dejar pasar las horas mirando al infinito. En buena compañía, con buen vino y en cualquier vaso. A morro si es preciso.

Esta también va por ti.

atardecer_espectáculo

 

Lluvia (ven a mi, te nesesito…)

llueve

Me gusta que llueva agua.

Si lloviera ácido sulfúrico no podríamos salir. Ni hacer la tourne al mercado, ni visitar la panadería (si, ahí hacen pan, no lo descongelan) ni pensar en volver a casa a rendirte ante el mejor plato de cuchara. Ese que hiciste ayer.

Por si no lo habéis notado el agua solo moja. Ni mancha ni duele. Con un paraguas y un buen chubasquero todo tiene arreglo. Incluso salir a disfrutar de bares, tabernas y comederos varios. Y de ese ritual al llegar: cierras el paraguas, buscas un rincón donde colocarlo, levantas la vista y saludas al respetable y al señor tabernero, te frotas las manos como queriendo a una vez quitarte el frío y prepararte para lo que viene, un pincho caliente y una copa de vino, y la compañía de gente como tú, aguerrida, valiente, que sabe que el agua es agua y que este tiempo algo incómodo no les va a someter.

Sal, disfruta, comparte y mira como el agua moja las calles y plazas mientras tu disfrutas de un buen rato, acogido en casa ajena pero tan tuya como la otra.

Aquí un maravilloso bolero dedicado a la lluvia por los más grandes: Les Luthiers

Sombra aquí, sombra allá

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Me invitó Virginia Miller (Discover Sherry) el pasado 30 de diciembre a visitar con un pequeño grupo las Bodegas Sánchez Romate de Jerez, y pese a la lista de tareas pendientes tras el fin de semana y antes de noche vieja no pude decir que no. Y mereció la pena. Buena gente, una visita algo precipitada pero muy entretenida y un picnic en un viejo casco de bodega lleno de aromas.

La cosa es que pillamos a Reyes, enóloga de la bodega, en una de las semanas más complicadas del año: embotellando, atendiendo pedidos de una y otra parte del mundo, y dando instrucciones aquí y allá para mantener el nivel bien alto. Una persona estupenda esta Reyes, algo que intuía por las charletas de café que nos permite Twitter (¿véis? para esto sirve eso, para conectar) aunque nada como  saludarse con un beso casto pero afectuoso, una charla cara a cara y unas copas de vino compartidas.

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Y en ese hueco algo indefinido entre la una y las que sean nos colamos en la bodega; nos contaba Reyes que se cierra a las tres de la tarde y todo el personal respeta escrupulosamente el horario, así que poco margen para alargar la visita había. No es queja, faltaría plus, sino lamento por no haber comenzado antes. Las que sea fueron las 15:08 y den ustedes gracias que nos dejaron cinco minutillos más.

Probamos, directamente de la bota y con Ramiro Ibáñez a la venencia, el fino Marismeño, amontillado NPU (criadera y solera), el PX (solo algunos), el brandy estrella de la casa, Cardenal Mendoza, un pajarete escondido en un rincón, oloroso viejo y palo cortao, y algún vino de botas seleccionadas.

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Poderoso y con intenso sabor el fino, rico y largo, muy Jerez; correctísimo el NPU, una de las joyas de la casa al que no acabo de encontrarle el punto (me gustan más salinos y afilados); fantástico Su Excelencia el prelado Mendoza; sabrosos los olorosos y palo cortado. El pajarete, una mezcla de vino y arrope que en el Reino Unido llaman blending sherry porque lo utilizan para darle cuerpo y sabor al whisky, muy profundo, chocolate muy oscuro y torrefactos.

Entre medias se organizó un estupendo picnic con sabrosísimas viandas: cecina, paté de langosta, queso del de untar y zurrapa de lomo, todo local y puesto a prueba para encontrar el vino adecuado. La maniobra estuvo orquestada por Vicky Miller, Pilar Tubal y Juan Antonio Mena (http://tubal.blogspot.com.es).

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Y en la despedida buenos deseos para todos, en el día previo a noche vieja, agradecimientos y vítores para Reyes Gómez Rubio y la bodega, y muchas ganas de volvernos a encontrar en algún otro rincón de esta tierra para disfrutar de sus vinos.

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De flor en flor

Tras un catarro importante que me había tenido alejado de la calle, de los amigos y del vino, he tenido tres días seguidos de cura intensiva. Sí, también espiritual.

El sábado visité la Expo Sherry organizada por Virginia Miller, amiga y estupenda promotora de #SherryLand a través de su empresa Discover Sherry, donde tuve ocasión de ayudar a servir vinos a todo el que aparecía por el salón del Hotel Pinomar con ganas de conocer y aprender (y curarse sus propios catarros). También tuve ocasión de volver a probar el estupendo amontillado de la bodega Primitivo Collantes, de Chiclana, y el palo cortao Leonor de Gonzalez Byass. Además de un mosto del año, de la manzanilla La Goya de Delgado Zuleta y del oloroso de El Maestro Sierra.

velo-de-flor

El domingo, y dejando por segunda vez mis compromisos familiares al margen, me acerqué a Sanlucar, a mi querida Taberna der Guerrita donde Master Armando Guerra puso a prueba las narices de 14 aficionados con una cata a ciegas de diez manzanillas. «Doble ciega», comentó uno de los asistentes: sin etiquetas y en orden aleatorio. Armando se guardó una carta en la manga emboscando un fino entre los vinos. Y acabó regalándonos tres amontillados únicos. El suyo, excelso, entre ellos. Buen vino, buena charla y reencuentro con amigos.

velo de flor

Y ayer lunes regresé al curso que organizan mano a mano Humberto Lerma, de la tienda especializada Calidad en Boca de Jerez, y el enólogo y presidente de la Asociación Española de Enólogos Santiago Jordi, con la circunstancia de que tocaban, una vez más (vaya por dios), vinos de Jerez. En esta ocasión los de la bodega Dios Baco, de la familia Paez. Nos atendieron maravillosamente y bebimos, a pequeños sorbos, fino, oloroso, amontillado, cream, moscatel (oh la la) y PX. Esto son prácticas y no las que haciamos en el cole.

saccharomyces cerevisie

El caso es que me habían contado que un capataz de bodega con muchos años de experiencia defendía fervientemente la ingesta de la flor del velo, la saccharomyces de marras, directamente de la bota como remedio para curar catarros. No llegué a seguir la recomendación al pie de la letra, cualquiera le pide a un bodeguero que te deje meter mano en la solera, pero creo que poco a poco, copa a copa, he tomado suficiente dosis de levadura para curarme.

En todo caso, y solo por razones curativas, voy a servirme otra más.

Salud!

Sol y sombra

Desde la bodega nueva de Bodegas Luis Pérez, en Finca Vistahermosa, vistas de la Sierra de San Cristobal entre Jerez y El Puerto de Santa María, en una «veraniega» mañana de octubre.